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La huella de carbono se ha convertido en uno de los indicadores más relevantes en sostenibilidad. Mide la cantidad total de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos de forma directa o indirecta por una organización, proceso o producto. 

En un contexto en el que cada vez es más importante conocer, medir y reducir el impacto de las organizaciones, la huella de carbono se convierte en un paso decisivo para las cooperativas y empresas agroalimentarias que quieren garantizar su competitividad y rentabilidad.

El marco normativo: la sostenibilidad como eje estratégico

En Europa, el marco regulatorio en materia de sostenibilidad avanza a gran velocidad. La Directiva de Información Corporativa en Materia de Sostenibilidad (CSRD), que sustituye a la NFRD, amplía de forma significativa las obligaciones de reporte. Cada vez más empresas deberán presentar información detallada y verificable sobre su desempeño ambiental, incluyendo el cálculo de su huella de carbono.

Además, los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) y la Taxonomía Europea obligan a clasificar actividades económicas según su contribución a la sostenibilidad. En paralelo, el Pacto Verde Europeo (European Green Deal) establece como prioridad la descarbonización de la economía, con el objetivo de conseguir la neutralidad climática en 2050.

Esto significa que las empresas que no midan ni gestionen su huella de carbono estarán en desventaja: asumirán mayores riesgos regulatorios, perderán acceso a financiación y quedarán rezagadas frente a la presión de clientes, mercado e instituciones.

¿Por qué medir la huella de carbono aunque no estés obligado?

Aunque la normativa todavía no afecta a todas las cooperativas o pymes del sector agroalimentario, medir la huella de carbono hoy aporta múltiples ventajas:

Anticiparse a la normativa

Las exigencias regulatorias se ampliarán en los próximos años. Empezar a medir ahora permite adaptarse progresivamente, evitando costes elevados o improvisaciones de última hora.

Mejora de la eficiencia interna

El cálculo de la huella de carbono identifica los puntos críticos de consumo energético, transporte, uso de fertilizantes o gestión de residuos. Esta información ayuda a reducir costes y optimizar procesos.

Acceso a financiación y certificaciones

Cada vez más entidades financieras priorizan proyectos con criterios ESG. Tener datos medibles y certificados sobre la huella de carbono abre la puerta a nuevas oportunidades de financiación.

Ventaja competitiva en el mercado

Los clientes, distribuidores e incluso las cadenas de supermercados valoran proveedores con estrategias claras de sostenibilidad. Medir y certificar la huella de carbono aporta credibilidad y transparencia.

Reputación y comunicación corporativa

Una cooperativa que demuestra con datos que está reduciendo su impacto gana confianza frente a consumidores, instituciones y sociedad. La sostenibilidad se convierte en un argumento de venta y fidelización.

El caso del sector agrícola: medir para demostrar el impacto positivo

A diferencia de otros sectores, muchas cooperativas agrícolas pueden mostrar no solo un impacto reducido, sino incluso un balance positivo en carbono. Los cultivos absorben CO₂ durante su crecimiento, lo que significa que la agricultura puede convertirse en parte de la solución frente al cambio climático.

Sin embargo, esta realidad solo tiene valor si se mide y se certifica. Un informe de huella de carbono validado por una entidad independiente permite a una bodega, a una cooperativa hortofrutícola o a una productora de cítricos demostrar que, además de producir alimentos de calidad, contribuye activamente a la reducción de emisiones.

Este dato, comunicado de manera transparente, refuerza la reputación de la empresa, mejora su posición frente a distribuidores e inversores y genera confianza entre los consumidores que buscan productos responsables con el medio ambiente.

El papel del Observatorio de Sostenibilidad de Anecoop

El Observatorio de Sostenibilidad de Anecoop, desarrollado junto al área de I+D+i de Kiwa España, nace precisamente con este objetivo: medir, evaluar y transformar datos en conocimiento accionable.

A través de metodologías avanzadas y del uso de ciencia de datos, inteligencia artificial y algoritmos verdes, el Observatorio ayuda a las cooperativas a calcular de forma precisa su huella de carbono y otros indicadores relevantes, alineándose con los ODS, el Pacto Verde Europeo y las políticas ESG.

Además, ofrece formación especializada a través del Campus de Sostenibilidad, donde técnicos y responsables de las cooperativas aprenden a interpretar los resultados y a diseñar estrategias efectivas de descarbonización.

Medir, certificar y comunicar: tres pasos clave

Para que la huella de carbono se convierta en un valor estratégico, las cooperativas deben seguir tres pasos:

Medir con rigor

Utilizar metodologías reconocidas (ISO 14064, GHG Protocol) para calcular las emisiones en los tres alcances: directas, indirectas por energía y otras emisiones de la cadena de valor.

Verificar el cálculo de la huella de carbono

Una certificación externa aporta credibilidad y evita el riesgo de greenwashing. En el Observatorio trabajamos con auditorías independientes para garantizar objetividad.

Comunicar con transparencia

Los resultados deben presentarse en informes de sostenibilidad, etiquetas de producto, webs corporativas o campañas de comunicación. La clave está en mostrar datos claros, comprensibles y verificables.

Una hoja de ruta hacia la descarbonización

La reducción de la huella de carbono es un proceso continuo que requiere compromiso, innovación y colaboración. El Observatorio acompaña a las cooperativas en este camino, aportando herramientas digitales, formación y un espacio de datos compartido alineado con la Estrategia Europea de Datos.

El futuro del sector agroalimentario pasa por demostrar con hechos que la producción de alimentos puede ser compatible con la neutralidad climática. Medir y certificar la huella de carbono es el primer paso para lograrlo.

La huella de carbono no es solo un indicador ambiental: es una herramienta estratégica para anticiparse a la normativa, ganar competitividad y reforzar la reputación en el mercado. En el caso del sector agroalimentario, además, ofrece la oportunidad de visibilizar un impacto positivo: los cultivos como sumideros naturales de carbono.

Desde el Observatorio de Sostenibilidad de Anecoop, trabajamos para que la sostenibilidad no se entienda como una obligación, sino como una oportunidad real de crecimiento, innovación y liderazgo.

Medir es el primer paso para transformar. Y transformar, la clave para asegurar un futuro más sostenible y rentable para todo el sector agroalimentario.

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