El ejecutivo de sostenibilidad de Anecoop aclara en qué punto se encuentra la normativa nacional y europea relacionada con la sostenibilidad e identifica un punto fuerte para el sector agrícola ya que, al producir vegetales, absorben CO₂ de la atmósfera, por lo que considera que el cálculo de la huella de carbono puede ser positivo. Y apunta: “Pensamos que el cálculo de la huella de carbono ha llegado para quedarse, tanto desde el punto de vista normativo como de la exigencia para la comercialización y venta de los productos”.
José Vicente también menciona la importancia de la comunicación, como un medio de divulgación e información para entender el complejo contexto normativo del sector y las posibles aplicaciones positivas que estas exigencias ofrecen: “Lo primero que deben hacer las empresas es conocer la normativa. Y uno de los objetivos del Observatorio, que ya estamos cumpliendo, es precisamente esa labor de comunicación de la normativa.”
P: La legislación respecto a la sostenibilidad ha ido avanzando con el paso del tiempo, ¿cómo ha sido este proceso y en qué punto estamos ahora?
R: Vivimos en un país de la Unión Europea y trabajamos en un sector productivo que está muy legislado. Hay muchísima normativa que hace referencia a cómo tenemos que trabajar y que aplica directamente a la sostenibilidad.
Hace años que estamos implementando en nuestro sistema productivo diferentes estrategias que van de la mano de la sostenibilidad, por ejemplo, en la reducción del uso de fitosanitarios y otros productos químicos, en el control de los abonos para evitar la contaminación de agua, la creación de convenios colectivos para garantizar el bienestar de los trabajadores, etc.
Todo esto son aspectos englobados dentro de la sostenibilidad, pero que no hemos sido conscientes de que eran acciones sostenibles. Ahora, cuando vamos a hablar con una de nuestras entidades socias y a explicarles el Observatorio, se dan cuenta de que están desarrollando acciones sostenibles, aunque no eran conscientes de que era un aporte a la sostenibilidad.
Muchos lo hacían, insisto, porque están convencidos de ello. Porque, como vivimos en las zonas donde producimos, queremos que nuestro entorno sea un entorno saludable, un entorno bonito.
Por otro lado, están los aspectos legales que nos puede marcar el mercado que te hacen pensar: “¿Qué estoy haciendo yo respecto a la sostenibilidad?” Y darte cuenta de que estabas haciendo muchas cosas.
Al final hablamos de esta figura del “greentímido”, que es sostenible pero no lo sabe, y ahora que la sostenibilidad está mucho más presente en el discurso, se da cuenta de que existe de forma más definida en las normativas, y que las normativas cada vez se concretan más.
Muchas empresas y cooperativas del sector no sabían medir qué impacto tenían, pero la normativa, a pesar de que puede estar descoordinada o ser excesiva, ha servido de hoja de ruta común, como un camino ya hecho. De alguna forma impulsa que se hagan cosas.
Estar en un país de la Unión Europea ofrece un camino muy dirigido y con una cantidad de reglamentación que nos coloca en la cabeza mundial a nivel sostenibilidad.
P: ¿Por qué es importante que las empresas del sector empiecen ya a medir y calcular su huella de carbono, incluso si aún no están obligadas por ley?
R: Lo primero, porque si no mides, no conoces tu situación, no te puedes comparar y no puedes tener la seguridad de que estás mejorando. Puedes tener la sensación de que avanzas, pero si no lo mides es imposible saberlo.
En segundo lugar, porque por unanimidad dentro del sector, pensamos que el cálculo de la huella de carbono ha llegado para quedarse, tanto desde el punto de vista normativo como de exigencia para la comercialización y venta de los productos.
Y además, estoy convencido de que vamos a salir muy bien parados. Somos un sector que produce vegetales, y nuestros cultivos son capaces de absorber y eliminar CO₂ de la atmósfera durante el proceso productivo, algo que no ocurre en otros sectores.
Por todo ello, creo que se debe empezar ya a medir. Existe la percepción de que la huella de carbono puede ser un examen que te saque a la luz lo que haces mal. Pero, en realidad, también puede mostrar que estás absorbiendo CO₂ y que tu balance es positivo.
P: Y puedes usarlo como un argumento de venta, para entrar en ciertos mercados o para mejorar la imagen…
R: Sí. Es posible que dentro de las empresas hortofrutícolas no nos distinga mucho una de otra y que la diferencia sea pequeña, pero para el sector en su conjunto sí que es muy importante. Estoy convencido de que muchos consumidores se van a sorprender y cambiarán su percepción cuando puedan comparar entre distintos sectores y ver publicadas las huellas de carbono.
Hasta ahora se han comunicado mensajes que ponían en duda la sostenibilidad de la agricultura desde el punto de vista medioambiental. Y disponer de datos que avalen una huella de carbono posiblemente positiva puede cambiar esa percepción.
P: ¿Qué crees que hace falta a las empresas y cooperativas para poder aplicar y entender estas normativas?
R: Desde mi punto de vista, hace falta una herramienta de comunicación, como está siendo el Observatorio.
Nosotros, desde hace muchos años en Anecoop, informamos a todos nuestros socios sobre normativas que afectan, por ejemplo, al uso de productos fitosanitarios u otras cuestiones específicas. Sin embargo, no se estaba trasladando información sobre otros tipos de normativa relacionada directamente con la sostenibilidad.
Es verdad que hay otras fuentes de información que utilizan algunas cooperativas y socios, pero en este caso Anecoop no lo estaba haciendo. Por eso lo primero que deben hacer las empresas es conocer la normativa. Y uno de los objetivos del Observatorio, que ya estamos cumpliendo, es precisamente esa labor de comunicación de la normativa.
P: ¿Qué problemas pueden surgir a la hora de cumplir o de traducir esta normativa?
R: El problema es que la legislación es bastante enrevesada y no es fácil de entender. Entonces nosotros tenemos que ser una herramienta que traduzca y concrete qué acciones hay que llevar a cabo, a quién afectan y cómo aplicarlas.
Además, no se trata solo de decir qué hay que hacer, sino también de dar las herramientas necesarias para facilitar ese cumplimiento.





